Esta formación geológica de 36.000 metros cuadrados que tiene epicentro en la provincia de Neuquén también involucra a Río Negro, Mendoza y La Pampa.
Según el último informe de la Agencia Internacional de Energía de los Estados Unidos, contiene 308 TCF de gas y 16,2 miles de millones de barriles de petróleo, lo que la transforman en la segunda reserva de gas no convencional y la cuarta de petroleo no convencional del mundo.
Los yacimientos emplazados sobre esta formación hoy sólo explotan en conjunto el equivalente al 10% de esa riqueza cuya magnitud permitirá escalar rápidamente la producción y multiplicar las exportaciones.
La disponibilidad de la tecnología “no convencional” para la extracción de petróleo y gas desde la roca madre permitió comenzar en Argentina la producción del hidrocarburo contenido en esa formación no permeable, bajo estrictos estándares de seguridad operativa y cuidado ambiental.
Las concesiones se triplicaron desde el 2015 y los desarrollos se sextuplicaron.
Desde Vaca Muerta Argentina puede ser proveedora de hidrocarburos del mundo y el momento es éste.
La transición energética irá marginando a los carburantes fósiles, pero éstos aún serán fuertemente demandados en las dos próximas décadas.
La industria está capacitada para competir con otros proveedores del mundo y sus recursos humanos tienen las habilidades y el espíritu de colaboración para hacerlo posible.
El crecimiento se apoyará en la búsqueda de eficiencias operativas, con el acuerdo de los sindicatos y alineando los precios locales con los internacionales.
El hidrocarburo no convencional se localiza en una roca generadora no permeable o de muy baja permeabilidad, ubicada a 3000 metros de profundidad y que requiere una tecnología diferente a la tradicional para poder ser extraído a superficie.
Los geólogos distinguen entre el shale, roca formada en millones de años a partir de mares o lagos, cuyos poros no tienen conexión entre sí, y el tight, formación levemente más abierta.
En ambos casos, es imposible que el hidrocarburo fluya hasta la superficie sin el uso de la fractura hidráulica, que al inyectar un fluido a alta presión permite reabrir pequeñísimas fisuras naturales en el subsuelo, cerradas por el enorme peso de otras rocas depositadas sobre ellas en el tiempo.
El fluido de fractura que se inyecta contiene 95% de agua. El resto es arena especial, que impide cerrar esas fisuras, y una pequeña cantidad de aditivos, que luego se recuperan en superficie cuando ese líquido vuelve, liberando el canal para que por él suban el gas y el petróleo.
La formación de Vaca Muerta corresponde al shale. Hace 150 mil años era parte del Océano Pacífico, cuyos organismos vivos fueron mutando desde el Jurásico hasta transformarse en este valioso tesoro energético atrapado en el subsuelo.
Las perforaciones para realizar las fracturas verticales y horizontales se cementan lateralmente para aislarlas de las capas de tierra que se atraviesan, incluidos los posibles acuíferos dulces que pudieran encontrarse.
Esto minimiza el riesgo de contaminación.
El líquido para la estimulación retorna a superficie y se trata para ser reutilizado.