El mundo necesita energía segura, accesible y sustentable y los hidrocarburos garantizan el suministro a menores costos que otras alternativas.
La electrificación tendrá un crecimiento vigoroso de la mano de las energías renovables. Pero el gas permitirá compensar la intermitencia de estas fuentes, asegurando la provisión del servicio.
Mientras se desarrollan tecnologías adecuadas para el almacenamiento, la energía generada a partir del sol, el viento u otros recursos naturales cuyo ciclo tiene interrupciones o intensidad variable no puede asegurar la continuidad del suministro.
Los hidrocarburos, liderados por el gas, son un soporte clave en la transición hacia otras fuentes y conservarán en los próximos años su protagonismo en la matriz energética mundial, que está virando paulatinamente hacia otras formas más amigables con el ambiente.
Las productoras de gas y petróleo afrontan los desafíos globales de la descarbonización, que representa una gran oportunidad para los recursos argentinos.
Aún en un escenario de bajo crecimiento económico, el planeta necesitará más energía.
La Agencia de Información Energética (EIA, según sus siglas en inglés), estima que en el 2050 la demanda energética en el mundo aumentará un 47% respecto al 2020, básicamente impulsada por Asia.
Los fósiles irán perdiendo participación en la matriz primaria mundial por el avance de energías más limpias. Sin embargo, aún representarán el 70% al promediar este siglo, en parte, por la consolidación del gas como sustituto del carbón.
Este protagonismo de los hidrocarburos se replica en la matriz energética local, donde el gas hoy representa el 53% de las fuentes energéticas primarias.
La preeminencia de este carburante en el menú de los fósiles contribuye a que Argentina tenga una matriz limpia a nivel internacional.
Para el 2050 la demanda de gas se habrá incrementado un 30%, según la EIA (Agencia de Información Energética).
El gas es el menos contaminante de los fósiles y su uso contribuye a acelerar la descarbonización del planeta, ya que permite el reemplazo del carbón, cuyo uso resulta la acción más lesiva para el ambiente.
El gas también es un recurso para darle solución a la intermitencia de las energías renovables, lo que lo transforma en clave para la mitigación de gases de efecto invernadero.
Argentina tiene las condiciones apropiadas para ocupar un rol relevante como proveedor global de este recurso abundante.
El país tiene una dotación abundante de recursos para atender las necesidades del mundo, apuntalando la transición.
En Vaca Muerta existen reservas suficientes para abastecer con gas 150 años de consumo doméstico, lo que claramente la convierte en una fuente confiable para la demanda internacional.
Sólo desde esta formación se producen 70 millones de m3 por día, que pueden multiplicarse rápidamente.
Argentina también dispone de minerales críticos para la transición, como el cobre y el litio, y condiciones de viento y de sol con factores de carga óptimos para avanzar en el proceso de electrificación con energías de fuentes renovables.
Los grandes desafíos del sector pueden afrontarse con éxito porque la industria local desarrolló las capacidades necesarias.
Existe una valiosa cadena de proveedores locales que tienen el conocimiento, experiencia y solvencia para ejecutar proyectos clave en tiempo y forma.
Del mismo modo, nuestras operadoras asociadas, de distintas nacionalidades, han probado su respuesta para concretar emprendimientos grandes y complejos.
Con el marco legal adecuado y redes de evacuación más robustas, el país se encamina a duplicar la producción de crudo en los próximos cinco años, horizonte igualmente promisorio para la producción de gas.
Argentina está lista para disputar su lugar en un mercado internacional competitivo.
La industria probó capacidad de producir gas en condiciones muy competitivas. No tenemos dificultad de competir con los grandes exportadores del mundo.